miércoles, 11 de agosto de 2010

Pierrot y Colombina

Del Pierrot y de la casquivana Colombina o dos bodas en una semana.


Aunque no sepamos si lo que pasó con la fresa que tragó al submarino fue en realidad una boda, sabemos a través de Twitter que el submarino es feliz y que se ha vuelto mucho más creativo y podemos dar por sentado, que a pesar de no ser una boda normal y al uso, puede compararse con algo parecido o similar a ella. 


La pena es que el personaje de Pierrot y el de Colombina, llegan de por si lleno de prejuicios a compartir la mesa en que damos buena cuenta de este cuento. Más que nada, la culpa la tienen aquellos fanáticos de trabajar con Comedia Del Arte. Lo que no sabe nadie, es que cada Pierrot y cada Colombina, de igual forma vestidos, de comportamientos parecidos, en realidad, son distintos porque distintos son los corazones de los que andan pareciendo lo mismo. Así, que el trabajo, consiste en convencer al que lee, de que a pesar de las apariencias, la historia que se cuente, siempre será nueva.


Es una lástima que cure las penas de amor la lágrima de un Pierrot lleno de desconsuelos, pero la necesitábamos y ya teniéndola conseguida ¿Qué nos costaba tratar de convencer a la casquivana Colombina? ¿20 jarras de cerveza, 5 kilos de mariscos, 16 tequilas con sal y limón, 25 gigolós perfectos, 5 baños en piscina cubierta, 40 fiestas, un poco de canela y los polvos mágicos que te dio tu abuela?


Convencida Colombina, marchamos a casa de Juanito el de los rododendros. Lo que no esperábamos era la llamada a tu móvil lastimera, triste, desconsolada, angustiada, llorosa, amargada, aburrida, descorazonada, troquelada en estalactitas de soledad descubierta, de una Colombina algo descompuesta, por el comportamiento "excéntrico" en el que cayó Pierrot, después de secarle su lágrima de amor.


Encontrar al Pierrot fue una odisea que ya querría Homero para él contarla y quitarnos los aplausos y el primer best seller  que logramos, seamos serios. Sino llega a ser por el Pirata de la Noche, al que llegamos gracias a las lindas ratonas que tomaban chupitos de color turquesa. ¿Cómo íbamos a suponer que Pierrot andaba preso en un afterawer cerca de Huertas? convencer a sus captores, fue una magnifica proeza atribuible a tu aire de escritor viejo y a tu endemoniado bastón que abrió miedos a la rotura de ciertas cabezas. Tus palabras una hermosura que hilvanaban conceptos éticos de gran altura y a mi momento estelar, de madre regañona con Pierrot, que dejó a todos boquiabiertos.


¿Pero no llorabas Pierrot por la casquivana Colombina? Lloraba, pero al secarme la lágrima me di cuenta, que no se puede llorar de amor por nadie más que por ti mismo y en esas reflexiones andaba, cuando me di cuenta de que había olvidado vivir ciertas aventuras que soñaba entre lágrima y lágrima. ¿Pero la quieres Pierrot. Tú la quieres? la quiero, pero tengo miedo de ella. Pierrot, ¿miedo de ella?. 


Fue un momento de gran tristeza. Me importa poco Pierrot, el miedo que tengas de ella. Ahora mismo, pero ahora mismo, te digo, vas y hablas con Colombina. Llevarle a la luna, tirandole de la oreja, fue efecto del enfado que pillé al tener que dejar a medias el masaje de Juanito. Y ya le pedí disculpas eternas.


Sea como sea, hoy se casan Pierrot y Colombina y tú y yo de aquí salimos en cuanto podamos. Quiero que Juanito el de los rododendros acabe su masaje y de paso, nos alejamos un momento y descansamos de todas estas aventuras imparables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario